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Preparando el camino.

LA OBEDIENCIA SIEMPRE TRAE BENDICIÓN

Experimentamos la bendición de Dios al obedecerle, y cuando no lo hacemos la perdemos. Uno de los principios básicos más importante, que un cristiano debe aprender, es el de la obediencia.
Cuanto más familiarizados lleguemos a estar con la Palabra de Dios, tanto más comenzaremos a entender la obediencia. Las leyes de Dios no están diseñadas para privarnos del placer o de la prosperidad; más bien, su intención es protegernos de hacernos daño a nosotros mismos y a los demás; y guiarnos hacia la realización en la vida, porque Él quiere que la disfrutemos.
A menudo, cuando enfrentamos las presiones diarias, nos vemos tentados a pasar por alto lo que aprendemos en la Palabra de Dios. La obediencia a Dios involucra un compromiso con Él, sin importarnos las consecuencias.
Obedecer a Dios, a menudo, involucra hacer elecciones que tememos podrían dar como resultado el rechazo, la pérdida o más problemas. La obediencia siempre demanda valor. Por muy difíciles que puedan ser las circunstancias que nos rodean, podemos responder a ellas con confianza porque “Aquel que todo lo puede” está con nosotros.
La Biblia enseña que cosecharemos lo que sembramos. Cuando obedecemos a Dios, siempre obtendremos lo mejor de Él; cuando no lo hacemos, la vida resultará ser mucho más dura. No siempre hacemos lo que debemos, y recibimos gracia en esas situaciones, pero para los cristianos, hacer un compromiso de obedecer a Dios es esencial para nuestra fe. La obediencia y la fe son inseparables. Demostramos nuestra confianza en Dios acatando Su voluntad. Al hacerlo, cosecharemos las recompensas que Él ha designado para nosotros.

DIGÁMOSLE “SÍ” A DIOS.
Las peticiones sencillas de Dios siempre son peldaños hacia las más grandes bendiciones de la vida. Simón Pedro es una buena ilustración de lo que sucede cuando le decimos que sí a Dios. En Lucas 5:1-11, las personas están agolpándose sobre Jesús mientras Él predica. El Señor quiere usar la barca de Pedro como una plataforma flotante desde donde pueda dirigirse a la multitud que está en la orilla, así que le pide al futuro apóstol que empuje la embarcación un poco lejos de la tierra (v. 3). Esto en sí no es una petición particularmente extraordinaria, pero la obediencia de Pedro coloca el camino para múltiples bendiciones, y a partir de su ejemplo, aprendemos cuán imprescindible es obedecer a Dios incluso en los asuntos más pequeños.
La obediencia es de suma importancia para la vida cristiana exitosa, y hay varias verdades que nos ayudarán a entenderla desde una perspectiva Divina:

1.- Obedecer a Dios en los asuntos pequeños, es un paso esencial hacia las más grandes bendiciones de Dios.
Supongamos que Pedro hubiese dicho: “Ahora estoy ocupado limpiando mis redes”. Pedro podría haber dicho varias cosas. Si hubiera dado cualquier otra respuesta que no fuese “sí”, se habría perdido de la experiencia de pesca más grande de su vida. Pero debido a la obediencia de Pedro, el Señor dispuso un milagro que él nunca olvidaría.
Frecuentemente, las mayores bendiciones de Dios vienen como resultado de nuestra disposición a hacer algo que parecería ser muy insignificante. Ahora preguntémonos: ¿Me ha estado retando Dios a hacer algo aparentemente sin importancia?

2.- Nuestra obediencia siempre es beneficiosa para los demás.
Pensemos en todas las personas que fueron bendecidas por la obediencia de Pedro. Además de la multitud que pudo ver al Señor y escuchar Su enseñanza, Jesús mismo se benefició también: predicar desde la barca le permitió la comodidad de sentarse mientras hablaba; no sólo eso, sino que los amigos de Pedro tuvieron un día muy lucrativo; recibieron dos barcas tan llenas de peces que ambas comenzaron a hundirse; pero más importante aún, tuvieron la oportunidad de presenciar algo sobrenatural.
A menudo, Dios también recompensa a otras personas, especialmente aquellas más cercanas a nosotros, como resultado de nuestra obediencia.

3.- Obedecer a Dios puede requerir que hagamos algunas cosas que parecen irrazonables.
Pedro era un pescador veterano que conocía los mejores lugares, épocas y condiciones óptimas para una pesca. De repente, Jesús, un predicador y carpintero de oficio, se acercó al experimentado hombre de mar y le dijo: “Vamos a pescar”. Debe reconocérsele a Pedro la elección de obedecer, a pesar de todo (v. 5), y como resultado de ello, experimentó una muestra sensacional del poder de Dios.

4.- Nunca nos decepcionaremos si obedecemos a Dios.
Debemos reconocer que obedecer a Dios siempre es la acción más sabia a tomar. Jesús convirtió una barca vacía en una llena, y Él también puede tomar nuestro vacío, ya sea relacionado con nuestras finanzas, nuestras relaciones, nuestra salud o nuestros trabajos, y cambiarlos en algo espléndido y floreciente.

5.- Nuestra obediencia le permite a Dios demostrar Su poder en nuestra vida.
Si Pedro hubiese dicho que no, se habría perdido de una impresionante demostración de poder divino, que hizo que su fe se disparara y, así marcar el comienzo de los tres años más emocionantes que él se pudiera imaginar. Al caminar con el Señor Jesucristo cada día, el discípulo presenció milagros incluso más grandes que las dos cargas de peces en las barcas: un ciego de nacimiento comenzó a ver, el muerto llamado Lázaro fue vuelto a la vida, y por orden de Jesús, Pedro mismo puso los pies fuera de la barca, no para meterse en el agua, sino para caminar sobre ella.

6.- Obedecer a Dios traerá como resultado cambios dramáticos en nuestra vida.
Con toda probabilidad, Simón Pedro tenía la intención de pasar el resto de su vida pescando. Pero todo cambió con un simple acto de obediencia. De buena gana, él dejó a un lado su red y entró en el estilo de vida totalmente nuevo de seguir al Maestro.
Dios puede revolucionar nuestra vida. Para llegar a ser discípulos de Cristo totalmente rendidos a Él, debemos comenzar por obedecerle en cada aspecto de nuestra vida, por muy pequeño que parezca. A menos que digamos que “Sí”, a la más pequeña petición por parte del Señor, nunca sabremos cómo podría haber sido nuestra vida, o qué bendición maravillosa habría sido nuestra, si tan sólo hubiésemos obedecido a Dios.

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